Durante estos meses centrales del curso son muchos los centros educativos que dan forma a su Plan de Acción. Aquellos que escogieron trabajar en una nueva temática ven como todo el trabajo invertido en la fase de Diagnóstico acaba materializándose en sus futuras acciones.
Tras haber hecho la priorización de las conclusiones que salieron de ese diagnóstico, en la que han participado todos los sectores de la comunidad educativa (alumnado, familias y docentes), cada una de las clases reflexionó sobre cómo abordar esas 4 o 5 conclusiones más votadas, las problemáticas que más preocupan. Y de esa reflexión surgieron las propuestas de acción de cada grupo, que luego se han puesto en común en los terceros comités que celebramos durante estas semanas.
En este comité, y a través de la dinámica de las mariposas (una de las más famosas ya entre el alumnado por su vistosidad), analizamos cómo de viables son las acciones que se proponen desde las aulas y las trabajamos para pulir aquellos detalles que necesitan de un pequeño cambio o una reformulación. También descartamos aquellas otras propuestas que directamente no es factible que se asuman por parte del comité (bien sea por los recursos que necesita o por la falta de competencias para su ejecución), aunque en general suelen ser pocas las que quedan descartadas. Con todo ello, acabamos conformando un Plan de Acción vertebrado sobre 4 o 5 grandes acciones con las que en cada centro se trabajará (implicando a toda la comunidad educativa y tratando de hacerlo también con otros agentes locales) para poner solución a esos problemas detectados en el Diagnóstico de Sostenibilidad.
Y es que, como no nos cansamos de repetir, un buen diagnóstico de sostenibilidad será la base sólida sobre la que edificar ese Plan de Acción que, muy probablemente, se extenderá también al siguiente curso, empleando así dos años para trabajar a fondo la temática.
Para todos aquellos colegios e institutos que os encontráis en pleno proceso de puesta en marcha de las acciones, ¡mucho ánimo!
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